En cada rincón de Cuba, el Día del Amor y la Amistad se vive con la intensidad y el entusiasmo que caracterizan a su gente. Entre serenatas improvisadas, flores envueltas en papel de colores y mesas adornadas en los paladares, los cubanos celebran el 14 de febrero con el mismo espíritu festivo que les ha permitido, año tras año, convertir cualquier ocasión en una razón para compartir y disfrutar. Desde temprano, las calles de La Habana Vieja y otras ciudades del país se llenan de parejas caminando de la mano, amigos intercambiando pequeños detalles y familias que aprovechan la fecha para reforzar sus lazos. Aunque los recursos pueden ser limitados, la creatividad cubana siempre encuentra la manera de expresar cariño: un poema escrito a mano, una canción dedicada en una esquina, una comida especial preparada con esmero. Los parques y el malecón se convierten en los escenarios perfectos para los enamorados, mientras que en muchos barrios, las reuniones entre amigos incluyen música, juegos y anécdotas compartidas hasta la madrugada. “Aquí, el amor no se mide en regalos caros, sino en la sinceridad del gesto”, comenta Yanelis, una joven habanera que planea sorprender a su pareja con una cena casera y una carta escrita con tinta roja. Los negocios locales también se suman a la festividad con ofertas especiales. Cafeterías y restaurantes presentan menús románticos, mientras que los vendedores ambulantes multiplican su oferta de flores y dulces. En redes sociales, proliferan mensajes de afecto y dedicatorias que refuerzan el sentido de comunidad y cercanía. Más allá del amor de pareja, el 14 de febrero en Cuba es una celebración del afecto en todas sus formas. En un país donde la amistad es un tesoro y la familia es el pilar fundamental, este día se convierte en un recordatorio de que el cariño y la alegría pueden florecer incluso en los tiempos más difíciles. En la isla, el amor siempre encuentra su camino.